domingo, 2 de marzo de 2014

El Arte de la Guerra

T uve hasta hace unos pocos años un compañero y socio de trabajo, gran amigo y mejor persona, del que yo siempre sospeché que pertenecía a algún 'cluster' de Conocimiento de un partido político, incluso a alguna de esas pirámides paralelas de las que hablaba el otro día. Y digo tuve porque un maldito cáncer se lo llevó prematuramente.

Por entonces yo ya vivía en Oviedo, y nuestros caminos profesionales se habían separado, aunque seguíamos viéndonos alguna vez al año. En su tiempo, trabajando juntos, en el Pais Vasco, me llevaba a algunos foros 'peneuvistas' y me comentaba que los políticos 'estudiaban' cosas tan interesantes como El Arte de la Guerra, de Sun Tzu, la Dialéctica Erística (o 'El Arte de tener razón expuesta en 38 estratagemas') de Arthur Schopenhauer, e incluso el Eneagrama de la Personalidad, que entonces empezaron a ponerse de moda.

Eran otros tiempos, mi vida cambió de rumbo pero, esta mañana, revolviendo en la carpeta 'Históricos' de mi ordenador, me encontré con unos 'apuntes tácticos' que había sacado de mi lectura de los viejos escritos de Sun Tzu.

Se dice que Sun Tzu fue un importante general, y filósofo, de la antigua China, que vivió hacia el 500 a.C. Pero sus pensamientos son, realmente, intemporales.
Por rememorar algunos...
"Si recompensas a todo el mundo, no habrá suficiente para todos. Así pues, ofrece una recompensa a un soldado para animar a todos los demás".
"Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza".
"No presiones a un enemigo desesperado".
"Que los movimientos de tus tropas y la preparación de tus planes sean insondables".
"La información previa no puede obtenerse de fantasmas ni espíritus, ni se puede tener por analogía, ni descubrir mediante cálculos. Debe obtenerse de personas; personas que conozcan la situación del adversario".

Pero me quedo con un pensamiento del que, incluso, he hecho lema en mi vida:
"Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, podrás vencer en cien batallas; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás unas batallas y podrás ganar otras. Pero si ni conoces a los demás, ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada contienda".
En su última época, a mi amigo le publicaban todos los lunes una columna en un diario guipuzcoano. Murió un miércoles y, el lunes siguiente, su artículo se titulaba 'Estoy de angelote' y comenzaba así:
“Mientras usted, amigo lector, lee estas líneas, la última de mis entregas, yo ya estoy ejerciendo de angelote...”

Miguel Angel (así se llamaba mi amigo) se conocía a sí mismo. Por eso espero que siga venciendo, no se donde, en sus batallas.

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