sábado, 17 de mayo de 2014

mamina...

H ace unos días murió mi madre. Desgraciadamente, lo esperábamos: muy mayor ya, a finales del año pasado, en una caida, se rompió un hombro y la cadera, no la pudieron operar por su edad y quedó en cama. Con arritmias constantes, medio ciega y completamente sorda, estos meses perdió la cabeza, sin podernos, apenas, comunicarnos con ella, con escaras dolorosas, tratada con opiáceos... aguantó lo que su débil, pero fortísimo, corazón pudo aguantar.
Una dura travesía, en la que la veíamos sufrir... hasta que descansó.

Me quedan dos recuerdos. Uno, que mi hermano, que vivía con ella, la encontró la mañana del 4 de mayo, al ir a despertarla, relajada, laxa... Es claro que se marchó dulcemente, mientras dormía.

Y otro, que yo ya la vi en el ataúd, porque tuve que hacer 700 km para verla, gestionar las cosas para enterrarla en Asturias, etc. Hacía casi dos meses que no había ido a visitarla, y darle un beso (es mas, pensaba haberlo hecho precisamente la semana que se iniciaba entonces)... y la vi guapísima, con una mortaja que parecía un vestido de primera comunión, con un gesto de enorme dulzura en el rostro...

Me recordó el cuadro de Ofelia, de John Everett Millais. Tanto que no me resistí a hacer una cosa que puede parecer macabra pero que me salió del corazón: sacarle una fotografía. Y la conservo como un último recuerdo.

Y hay otra cosa que me hace reflexionar: la incineramos, ella nos lo pidió, aunque sospecho que fue por no complicarnos la vida con su traslado a Asturias. La incineración no está bien vista, al parecer, en algunos ámbitos católicos. Pero me he dado cuenta de una cosa: que con las cenizas desapareces absolutamente, y te queda el recuerdo, mientras que con los enterramientos, es enormemente doloroso, e inquietante, pensar que se va descomponiendo el cuerpo de tu ser querido, etc.

Así que retomo el blog lucubrando, esta vez, de manera muy poco informal... aunque ciertamente si variopinta. Pero me lo pedía el cuerpo. En fin, quede aquí este momento de recuerdo... y a mirar hacia adelante que, como reflexionaba, la incineración de un ser querido da una especie de paz interior pensando que todo concluye en ese momento.

Y, efectivamente, ayuda a quedarte solo con recuerdos positivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario