martes, 29 de mayo de 2018

Jazmines en el pelo

Hoy amanecí oyendo por la radio que había muerto Maria Dolores Pradera. Y mira, cuando identificas a un personaje, aunque nunca le hayas tratado, con vivencias íntimas, parece que te dan ganas de hacer un hueco y dedicarle un cariñoso recuerdo. Ya me pasó, hace poco, con Forges.

Y, efectivamente, se me agolpan las ideas en relación con Maria Dolores Pradera.
Primero, era casi coetánea con mi madre (ésta, nacida en 1921 y la Pradera, en 1924). Y fallecieron casi a la misma edad. Creo que fue a través de mi madre como la llegué a conocer, porque recuerdo que decía que era descendiente (supongo que sobrina ¿o nieta?) de Victor Pradera, un político tradicionalista, que tiene (o tenía) una conocida calle en San Sebastián y que murió fusilado en el 36). A mi madre le conocí dos conatos de ‘fan’: le gustaban mucho María Dolores Pradera y, posteriormente, Leonard Cohen.

Y yo identifico, además, a la Pradera, con mi madre, porque tenían el mismo aspecto, físicamente menudas, de rostro delgado y agradable, y con apariencia de suavidad en el trato, muy educadas y cultas e, íntimamente, con viveza de espíritu. Bueno, quizás idealice.

El caso es que yo también he sido, y soy, un gran fan de Maria Dolores Pradera, y en mi coche siempre hay CDs con una selección de sus grandes éxitos, desde las tradicionales canciones hispanoamericanas... Fina estampa, El rosario de mi madre, La flor de la canela… hasta las famosas Habaneras de Cadiz de Carlos Cano…, etc, etc. y etc.

Debo confesar que unas de mis íntimas frustraciones han sido el no saber tocar, como solista, la guitarra (ya desde siempre me encantaron los viejos Shadows, los Pekenikes…)… y el no saber cantar bien, sobre todo en segundas voces, y en contrapunto. Si, hombre, contrapunto es eso de una segunda melodía que se desarrolla en paralelo con la principal, y que encajan maravillosamente. Por eso, por ejemplo, también me encanta el jazz (de Nueva Orleans, claro). Y ‘dicho_esto’, me apetece hacer aquí, también, un homenaje a ‘Los Gemelos’

Los Gemelos (que se llamaban Santiago y Julián López Hernández) eran los guitarristas que acompañaron, durante más de 30 años, a Maria Dolores Pradera, y, verdaderamente, personalizaron magistralmente sus versiones musicales, llenándolas de un empaque extraordinario… con solo sus dos guitarras. No puedo resistir la tentación de dejar un ejemplo: sacado de Youtube, aquí están Los Gemelos, y una muestra de sus maravillosos acompañamientos, con los contrapuntos de ‘la flor de la canela

Que eran especiales, es verdad. Tocaban por hobby. Santiago, que, por cierto, murió muy joven, en 1993, con 62 años, por eso dejaron de aparecer), era arquitecto, y profesor de Arquitectura en la Complutense de Madrid, y Julián es ingeniero. Curioso ¿no?

Pero vuelvo al ‘leit motiv’. Lo dicho, con la noticia del fallecimiento de Maria Dolores Pradera, me embarga una cierta tristeza por saber que se va algo querido, o que, en términos informáticos, se vacía un espacio de mi RAM, y estas vivencias relacionadas con Maria Dolores Pradera, su personaje, y su música, pasan a la carpeta de ‘históricos’ de mi personal disco duro.

Así que qué menos que dedicarle una entrada en mi Blog personal. Que se va llenando de ideas, y curiosamente por dos vías: una, en la que las voy meditando, y quizás dándoles forma, hasta llegar a ‘su parto’… y otras, como esta (y no es la única), que surgen espontáneas, como si fuese un columnista de actualidad (que, lo dije más de una vez, esto de parir a diario un artículo inteligente, (véase mis columnistas ‘de cabecera’, Alfonso Ussía, Alfonso Rojo, Luis del Val, Ignacio Camacho…) si que tiene mérito...)

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